Hagamos un poco de branding-ficción.
Vamos a suponer que tu negocio tiene ya una cierta trayectoria. Llevas 3 o 4 años trabajando tu marca, haciendo acciones de marketing para destacar en el mercado, captando clientes, etc.
Tienes una página web que has creado con mucho mimo. Está bien diseñada, bien estructurada y para ti es una herramienta de marketing clave.
Instagram te funciona muy bien. Publicas stories con frecuencia y tu audiencia ha crecido con el tiempo.
Pero las visitas a tu web no solo llegan desde las redes sociales.
Cada mes, decenas de personas buscan tu marca en Google. Son personas que recuerdan tu marca, están interesados en lo que vendes y te buscan directamente a ti.
Además, también has trabajado un poco el SEO. No es una estrategia a la que dediques muchos recursos, pero tienes algunos contenidos de tu blog bien posicionados y te generan ventas cada mes.
Madre mía, si hasta tienes comentarios positivos en Google My Business. Y son de verdad. Ni siquiera has tenido que pagar a tu cuñado para que deje una reseña de 5 estrellas.
El business no te va mal, pero de repente…
Recibes un email muy extraño.
Es de un abogado alemán.
No tienes ni idea de alemán (solo sabes decir kartoffeln), pero ha tenido el detalle de traducir el correo al castellano.
Resulta que debes dejar de usar tu nombre comercial, porque hay una empresa alemana que tiene ese nombre registrado desde hace años. Solo ellos pueden usarlo.
No tienes opción. Si quieres seguir adelante con el negocio toca hacer un rebranding en toda regla.
Una vez se te ha pasado el susto, empiezas a hacer cuentas:
- Buscar un nuevo nombre (o contratar a alguien que lo haga por ti)
- Rediseñar tu identidad visual
- Rediseñar tu web
- Reimprimir elementos de papelería (tarjetas, carpetas, facturas…)
- Instalar un nuevo rótulo si tu negocio está a pie de calle
- Pagar a tu cuñado para que te deje reseñas positivas en Google My Business ;)
¿Cuánto vale todo esto?
Un montón de pasta.
¿Eso es lo que vale tu marca?
No, vale mucho más.
Pero es difícil calcular su valor exacto.
Piénsalo.
Puedes saber más o menos cuánto cuesta cada uno de los puntos de lista anterior, pero ¿cuánto vale que decenas de personas busquen tu nombre en Google cada mes?
¿Cuánto vale que esas personas piensen en ti cuando necesitan un determinado producto o servicio?
¿Cuánto cuesta asociar el nombre de tu marca a una idea o una sensación determinada?
Eso no se puede comprar. Es algo que ocurre con el tiempo si haces las cosas bien.
Calcula cuánto dinero deberías invertir en tu negocio si un día recibes un email de un abogado alemán o necesitas renovar tu marca por otras razones menos peliculeras.
A esa cantidad, súmale el tiempo necesario para recuperar tu posición en el mercado y en la mente de tus clientes.
Esta reflexión debe darte una idea sobre cuánto debes invertir en un rebranding y el riesgo que supone hacerlo mal.
Cuantos más activos (tangibles e intangibles) tenga tu negocio y más ambiciosos sean tus planes, más sentido tiene invertir en esa renovación.
Si diseñas o rediseñas tu marca y al cabo de unos meses tienes que empezar de nuevo porque el trabajo no tiene una buena base, en realidad es como si hubieses recibido el email de ese abogado alemán.
Hola Samu, Oh!! Qué buena visión, yo es algo que me estoy replanteando porque por comentarios parece que mi marca no acaba de encajar con mi ACI, pero de momento la tengo en stand by por culpa del presu, pero en cuanto pueda es algo que quiero mejorar.
En mi caso el susto, ademas de por el mismo comentario de dos ámbitos distintos, es por el cambio a una imagen que ya le has cogido cariño, pero después de darle unas vueltas al planteamiento, creo que sera bueno. Ahora solo conseguir el cash para poder hacer el rebranding, y como estoy empezando, tampoco tengo que rementalizar a mi publico a un cambio brusco.
Hola Sara! Hay que hacer caso a las señales que te envía tu audiencia. ;)
Un cuento muy didáctico: con la imagen que creas, se ve estupendamente lo que vale una marca.
Gracias, Pilar!
Stimado Samu, Parra por más señas:
No sabes lo que aprecio tu capacidad para comunicar. Loable.
Seguro que eres capaz de auto valorarla (usted no es imbécil. Ni mucho menos) y, quizá por eso, te has embarcado en esta vorágine super exigente que supone tu blog y, aun más, atender a tus «newleterados».
Como bien sabes, toda acción tiene su feedback.
Por eso, a mis 55 boniatos vividos, sigo engullendo toda información que despierte mi curiosidad y Samu Parra entra en mis predilecciones.
Como decía el Señor Lobo en Reservoir Dogs; ya está bien de chuparnos las —–!!
Al grano: tengo una hija de 20 y una primaveras estudiando publicidad. Su fuerte, sin duda, es el copy. Le he pasado nuestra relación virtual buscando un «calambrazo» que le anime a entender que lo que sabe hacer y le gusta es lo que, probablemente, le dará más satisfacciones. Entiendo que estás liado y el trabajo es para obtener provecho. Pero si le envías un simple «Vamos nena que tu puedes» será un revulsivo muy de agradecer. Cuando puedas y si te apetece. Es por el bien de la Humanidad. Ahí va su mail: xxxx@gmail.com
Hola Juan! Dile que me envíe un email y charlamos. Seguro que tiene dudas sobre la carrera y la profesión! :)
Me ha encantado Samu!!! Muchos gracias!!!
Gracias, Cris! A mí me ha encantado tu marca. :)
Yo te voy a contar otra historia que supera la tuya, básicamente porque la mía es real: creas tu marca, te lo curras, tus productos se venden y va alguien en el extranjero, registra tu marca se la apropia y encima tú has de hacer el rebranding. Esto les pasó a una pareja que vendía productos y hasta tenían alguna tienda. Les partió por la mitad.
Wow! :-/
Muy buen ejemplo didáctico! Por cierto… te he buscado en el Google My Business para ponerte una reseña de 5 estrellas y no te he visto.
Es que no soy un negocio local, sino mundial jejeje Un abrazo!