A veces hay que jugársela.
Sé que da vértigo, pero la alternativa puede ser mucho peor.
Recuerdo haber leído algo muy interesante sobre la importancia de arriesgarse. Creo que fue en LinkedIn. Uno de mis contactos compartió una historia que iba más o menos así:
Dos empresarios están debatiendo sobre si vale la pena formar a los empleados.
Uno le dice al otro:
– ¿Qué pasa si invierto en formación y luego se van de la empresa?
El otro le responde con otra pregunta:
– ¿Qué pasa si no lo haces y se quedan?
Creo que con la creatividad pasa un poco lo mismo.
Hay que atreverse a probar cosas aunque no sepamos si van a funcionar, porque no arriesgar puede ser igual de peligroso. Si te dejas vencer por el miedo a fracasar, tienes todos los números de convertirte en una marca del montón.
En cambio, si pones en práctica tus ideas (incluso las más locas) tu negocio saldrá ganando. Lo peor que puede pasarte es que aprendas una lección muy valiosa.
Ojo, no estoy hablando de ir a lo loco. A menos que tu idea sea suicida, casi siempre habrá vuelta atrás.
¿Has hecho una campaña de banners súper atrevida y no funciona ni a tiros? Pues la cambias.
¿No se ha apuntado ni tu madre al curso online que has lanzado? Pues ya sabes lo que NO tienes que hacer la próxima vez.
Truco: lanza un curso online sobre cómo no hacer cursos online. ;-)
La creatividad como primera opción
Mi recomendación es que tu punto de partida sea siempre hacer las cosas de manera diferente. Analiza cómo se han hecho hasta ahora y busca tu propio enfoque.
Es una manera de trabajar más exigente, eso está claro, pero los beneficios son también muy claros:
- Te desmarcarás de tu competencia
- Todos te verán como una marca innovadora
- Tus iniciativas se compartirán más
- Estarás orgulloso de lo que has hecho
A veces ser creativo no significa ser más gracioso o más transgresor. A veces basta con hacer las cosas de manera más sencilla.
Lo dicho: empieza tus proyectos pensando diferente. Sin miedo.
No siempre se te ocurrirá algo genial. No siempre darás en el clavo.
Pero siempre valdrá la pena.
Desde mi punto de vista, una persona que tiene a sus espaldas muchos proyectos fallidos e intentos de hacer algo diferente ya me está diciendo muchas cosas buenas de sí misma: que es trabajadora, que no se conforma con lo primero que pasa, que sabe qué no hacer y que tiene ganas de que algo cambie.
Tal y como yo lo veo, los errores sirven para aprender y son unas muy buenas credenciales para futuros proyectos y trabajos :)
¡Gracias por el post!
Un saludo.
Totalmente de acuerdo, Alberto. Como suele decirse: «unas veces se gana y otras se aprende».
Gracias por tu comentario!