Dice la Segunda Ley de la Termodinámica que el mundo tiende al desorden. A medida que pasa el tiempo, cualquier sistema evoluciona de manera espontánea hacia un mayor nivel de caos.
Ocurre con el universo, ocurre con el cajón de los calcetines y, por supuesto, ocurre con tu marca.
Con el paso de los meses, vas incorporando nuevos mensajes e implementando nuevas acciones de marketing. Inevitablemente todo se vuelve más complejo y desordenado.
Tú no te das cuenta porque estás con la mente puesta en el día a día, pero si lo miras con perspectiva te das cuenta de que has llegado a un punto preocupante. Un punto en el cual estás diciendo demasiadas cosas a la vez.
¿Por qué ocurre esto?
Creo que hay 3 causas:
- La falta de visión global
- La impaciencia
- Las falsas oportunidades
La falta de una visión global a veces te lleva a tomar decisiones que son contradictorias entre sí o que no encajan con la estrategia general que habías diseñado para tu negocio.
La impaciencia te lleva a cambiar cosas demasiado pronto. A poner una “solución” antes de comprobar si realmente hay un problema.
La aparición de nuevos canales, formatos y oportunidades te deslumbra y hace que pierdas el foco.
Cuando todo eso se junta, tu marca deja de ser una sola unidad y envía un conjunto de señales inconexas.
También genera dudas e inseguridades en tu propia gestión: ¿esto es lo que quiero para mi marca? ¿Qué mensaje le estará llegando a mi audiencia?
Un rebranding es una oportunidad para poner pausa, repensar lo que quieres ser y ejecutarlo con la mente puesta en el largo plazo.
Ya he escrito en alguna ocasión sobre los motivos que pueden llevarte a un rebranding. Añade un nuevo motivo: la Segunda Ley de la Termodinámica.